jueves, 26 de marzo de 2015

Emociones que hacen que aumentes de peso



El estrés, la culpa, el miedo...desbaratan tu esfuerzo por adelgazar.Tu estado de ánimo influye en lo que comes, en tus hábitos alimentarios y en tu tendencia a engordar. Y lo que comes influye en tu humor, no en vano los estudios científicos ya han comprobado que alimentos como el aceite de oliva o los frutos secos nos protegen de la ansiedad y la depresión ,así que nuestras hermosas mujeres Diaphan, ¿Quieren romper este círculo vicioso, gestionar mejor su estado de ánimo y, de paso, perder peso?. Aquí les decimos cómo...


¿QUÉ EMOCIONES NOS ENGORDAN?

¿Y CUÁLES ADELGAZAN?

Cada emoción trabaja con un órgano concreto, liberando unas hormonas determinadas que inciden en las respuestas de nuestro organismo. Te invito a realizar un breve paseo por algunas de ellas y saber qué emociones nos hacen engordar y cuáles adelgazan, las que aportan vitalidad, las que nos flexibilizan o vuelven rígidos.

- El MIEDO: Al trabajar con los riñones libera cortisonas, por eso es la emoción que más engorda. Las personas que tienen gran tendencia a engordar o hincharse acumulan mucho miedo en su interior a casi todo. A tomar decisiones, a hacer cosas nuevas, a plantar cara ante un conflicto. Son personas que prefieren responsabilizar a otros de sus problemas, no hacerse cargo. Por muchas dietas que hagan, hasta que no dimensionen adecuadamente esta emoción no recuperarán su peso equilibrado.
Sus movimientos suelen ser lentos, torpes y pesados, tardan mucho en tomar decisiones.

La TRISTEZA: Estimula la tiroides y por eso adelgaza. Las personas que piensan mucho, anticipan todo tipo de problemas buscando solución a algo que probablemente nunca vaya a ocurrir tienen gran propensión a la hiperactividad (que no vitalidad) y por ello suelen ser delgadas e inquietas. Su forma de hablar conlleva discursos muy largos con demasiada información. No saben ir a lo esencial, pues su mente está siempre bullendo de ideas y conocimientos. Son personas muy mentales con movimientos algo robotizados.


La RABIA: Trabaja con el hígado. Es la emoción que nos llena de energía y vitalidad.Las personas con mucha rabia son muy vitalistas, con movimientos ágiles y sensuales. Siempre están en acción y movimiento, suelen ser delgadas, de movimientos felinos. Suelen anticipar críticas y sacar las uñas antes de tiempo.


El ORGULLO: Activa el sistema óseo y dota de un aire un tanto rígido. Espalda muy erguida con un cierto aire de superioridad. El orgullo confiere una complexión física muy elegante y con mucho glamour. La mayoría de las modelos suelen privilegiar esta emoción.
 

La ALEGRÍA: Trabaja con el páncreas. Libera hormonas del buen humor que hacen sentir bien. Cuando la alegría se acusa en exceso, la persona se convierte en impaciente, ansiosa por ser satisfecha al momento, o en eufórica que no ve las amenazas que habitualmente acaban en batacazos, o prefiere huir de su vida a través de adicciones como comida, alcohol, drogas.Por eso es una emoción que suele engordar. También el estado de felicidad y de paz interior trae como consecuencia ese bienestar y satisfacción que no se caracteriza por la delgadez, sino por estar rebosante también de kilos.

 La dra. Reina García Closas y el especialista en medicina natural Alejandro Lorente, autores de “Emodieta” (Ed. Salsa) apuntan algunas de las estrategias que tienes que usar para que las emociones no lastren tu dieta nunca más.
1. Conócete a ti misma¿Eres una persona a la que no le gustan los excesos o te caracteriza la impulsividad? Si perteneces al segundo grupo posees un carácter dionisiaco y si has decidido ponerte a dieta debes seguir estas reglas para abandonar: saber que no hay ningún alimento prohibido, solo restringido temporalmente (en vez de tomarlo una vez al día reducirlo a una vez a la semana, por ejemplo); comer siempre en platos pequeños; dejar pasar 10 minutos entre plato y plato, saborear la comida y masticarla cinco veces más de lo habitual.
2. Habla con tu yo futuro. Imagina cómo te gustaría ser dentro de muchos años. Si te visualizas como una ancianita sana y delgada, multiplicas tus probabilidades de conseguir acercarte a esa imagen. Cada vez que te pongas delante de la nevera o cuando una crisis te impulse a abrir otra bolsa de patatas visualiza de nuevo a tu yo futuro y pregúntale qué haría él en esa situación. Te conoce mejor que nadie y te ayudará a entender que la comida es un placer, no una necesidad emocional.
3. Cambia lo que quieres. Las expectativas crean eternos insatisfechos. Cámbialas por objetivos. ¿La diferencia entre unas y otros? Que las expectativas jamás dependen de ti, pero los objetivos, aunque no los cumplas, sí. O lo que es lo mismo, escoge que tu objetivo sea perder los 10 kilos que te sobran, no ser tan guapa como Heidi Klum. Lo primero lo puedes lograr, lo segundo...
4. No te refugies en tu peso. Puede que los kilos de más estén muy mal vistos, pero para muchos de los que cargan con ellos son algo más que simple michelines, son su coraza, su manera de ser invisible para el resto de la humanidad, el refugio de su frustración y su excusa para no intentar nada nuevo que les da miedo. Acaba con la “paz gordana” y atrévete a adelgazar.
5. Relájate. El estrés no solo te deja agotada y te ataca los nervios, también afecta a tus preferencias alimentarias haciéndote escoger el peor menú posible. De hecho, demasiado estrés te puede impedir adelgazar. “Si estamos estresados sentimos preferencia por los alimentos que más engordan porque, paradójicamente, son los que más nos calman. Por desgracia, el cortisol que segregamos durante los episodios de estrés también hace que acumulemos más nutrientes en forma de grasa abdominal”, explica la dra. García Closas. ¿Y qué puedes hacer para desestresarte? Unas sesiones de acupuntura o de meditación, que te enseñe a respirar correctamente, te pueden ayudar.
Por: Mujer Hoy (http://www.mujerhoy.com)

#YoElijoSentirmeBien

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